martes, 26 de julio de 2016

Jaime Sabines, el priista romántico, por el que las chicas saltaron en tu cama

Jaime Sabines, Biografía mínima

El poeta nacido en Chiapas es uno de los más accesibles de la literatura universal.
Sus poemas son sumamente accesibles, la gran mayoría de ellos son fáciles de comprender, líricos, y es fácil sentir empatía con ellos. Sus detractores por otro lado, alegan que solo es considerado uno de los mejores poetas mexicanos por haber sido un artista del sistema: eternamente alineado con los gobiernos priistas, partido con el que incluso llegó a ser diputado federal por Chiapas. Esta actitud es entendible a la luz de que el poeta fue hijo de un general que participó en la revolución mexicana y lo crió con amor a la literatura y fe en el sistema que el partido terminaría por corromper.

Fumador empedernido, rompe con el esquema de los poetas románticos, al comenzar a escribir poemas profesionalmente estando casado y con cuatro hijos.

Si Freud tenía razón, los mejores poetas escriben poesía como acto de seducción, Sabines es el arquetipo del psicoanalista: sus textos, aunque románticos,tienen muchas veces un toque de sensualidad que los ha hecho uno de los preferidos de los seductores, como demuestran las altas ventas se sus poemarios durante varias décadas, a veces en ediciones carisimas que delatan su uso como regalos.
También, Jaime Sabines es infame como uno de los peores declamadores de la historia, por su voz fantasmal, monótona y avejentada.

Sus poemas más famosos


Los amorosos

Sin duda, el poema más popular del yucateco, nos habla de unos seres etéreos que buscan incansablemente, como todos

Los amorosos callan.

El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables.
Los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota corno sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de
inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.

La luna

Un poema con tintes surrealistas que recuerda la obra de remedios varo, y tiene el atractivo de prometer un buen morir.

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que nadie lo sepa
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir


Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas

Espero curarme de ti en unos días

Espero curarme de ti es el poema por el que conocí a Sabines y con el que se puede identificar casí cualquiera que haya tenido una desilusión amorosa.

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: “que calor hace”, “dame agua”, “¿sabes manejar?”, “se te hizo de noche”…Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho “ya es tarde”, y tú sabías que decía “te quiero”.)

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Los mejores poetas mexicanos hacen a las chicas saltar en tu cama
Los mejores poetas mexicanos hacen a las chicas saltar en tu cama. Foto, Karen Plata

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